Introducción

Los niños son las principales víctimas de los conflictos armados. Son los objetivos de esos conflictos y se están convirtiendo cada vez más en instrumentos de éstos. Su sufrimiento adopta muchos aspectos, tanto en medio del conflicto armado como después. Los niños son asesinados o mutilados; quedan huérfanos; son secuestrados, son privados de educación y atención médica; y quedan con profundos traumas y cicatrices emocionales. Los niños son reclutados y utilizados como niños soldados, obligados a manifestar el odio de los adultos. Al ser desarraigados de sus hogares, los niños desplazados se vuelven muy vulnerables. Las niñas enfrentan otros riesgos, especialmente la violencia y la explotación sexuales. Todas estas categorías de niños son víctimas de los conflictos armados; todos ellos merecen la atención y protección de la comunidad internacional.

Los niños son inocentes y especialmente vulnerables. No están suficientemente preparados para adaptarse o responder a los conflictos. Son los menos responsables de los conflictos y sin embargo sufren de manera desproporcionada las consecuencias de sus excesos. Los niños representan la esperanza y el futuro de toda sociedad. Si los destruimos, destruimos también a la sociedad.

En marcado contraste con los compromisos de la comunidad internacional y el importante avance experimentado en el programa relativo a la cuestión de los niños y los conflictos armados, la magnitud de los abusos graves contra éstos en situaciones de gravedad sigue resultando alarmante.

Las violaciones que siguen perpetrándose contra los niños conmocionan la conciencia humana y nos obligan a actuar. Las palabras pronunciadas por el Secretario General en el debate abierto del Consejo de Seguridad sobre los niños y los conflictos armados el 17 de julio de 2008 articulan nuestro imperativo colectivo:

«La protección de los niños en los conflictos armados es una prueba de fuego para las Naciones Unidas y los Estados Miembros de la Organización. Es un llamamiento moral y merece colocarse por encima de la política. Requiere del compromiso innovador y valiente de todos los interesados.»