Ahora que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han entrado en vigor, son muchas las esperanzas depositadas en su potencial de propiciar cambios positivos en la vida de millones de personas.

Cuando aprobaron la nueva agenda para el desarrollo, los Estados Miembros prometieron no dejar a nadie atrás y esforzarse “por llegar primero a los más rezagados”. También nos recordaron que “no puede haber desarrollo sostenible sin paz, ni paz sin desarrollo sostenible”.

La nueva agenda aspira a transformar un mundo que hace frente a dificultades cuya magnitud desconocemos desde hace decenios. Los violentos conflictos librados en el Oriente Medio, África y otras zonas perturban la vida de millones de personas y siguen nutriendo el mayor movimiento de personas registrado en el mundo desde la Segunda Guerra Mundial.

En el curso de un conflicto pensamos con demasiada frecuencia que los niños ocupan la periferia de la violencia. En realidad, son ellos los más afectados por la guerra, y nuestro empeño por protegerlos se ve gravemente limitado. Ahora mismo, en países como Siria, Sudán del Sur, el Yemen y muchos más se da muerte, se mutila, se recluta, se usa como soldados, se secuestra y se somete a violencia sexual a niños. Escuelas y hospitales sufren ataques y carecen de acceso a asistencia humanitaria que podría salvar vidas humanas.

Los niños, que representan cerca de la mitad de la población mundial afectada por conflictos, siguen siendo, en su mayor parte, víctimas invisibles. Sin duda alguna, se encuentran entre los grupos más vulnerables y más rezagados.

Asimismo, los niños y niñas afectados por conflictos armados son mucho más que víctimas de circunstancias increíblemente difíciles; son elementos esenciales de la construcción de las sociedades pacíficas y fuertes previstas en la nueva agenda para el desarrollo. Para cumplir la promesa de los ODS, debemos aprovechar el potencial de los niños y niñas afectados por guerras.

UNA AGENDA QUE TIENE EN CUENTA LAS NECESIDADES DE LOS NIÑOS AFECTADOS POR CONFLICTOS ARMADOS

La paz, la justicia y las instituciones sólidas ocupan un lugar central en la nueva agenda para el desarrollo. Los niños son beneficiarios de varios objetivos, como los de garantizar una educación y servicios de salud de calidad, poner fin al reclutamiento y la utilización de niños soldados y acabar con todas las formas de violencia contra los niños.

EDUCACIÓN

En los ODS se afirma el derecho de todos los niños a una educación de calidad. Sin embargo, el conflicto supone con excesiva frecuencia la interrupción de la enseñanza para millones de niños.

Las escuelas quedan destruidas o dañadas y los niños, obligados a abandonar el hogar, rara vez encuentran un lugar seguro para seguir estudiando mientras están desplazados. Por ejemplo, se estima que, hasta la fecha, 5.000 escuelas de Siria han quedado totalmente destruidas y otras 1.000 más dañadas desde el principio del conflicto. Más del 60% de los niños refugiados de Siria carecen de acceso a la educación. En el Yemen más de 500 escuelas han quedado dañadas o destruidas por bombardeos aéreos u ofensivas terrestres. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) informa de que, desde que comenzaron los ataques aéreos en marzo de 2015, ha quedado desescolarizado un tercio de los niños del país. En otras partes miles de escuelas han cerrado sus puertas a causa de la inseguridad, lo cual ha interrumpido la educación de millones de niños y niñas.

Cuando los conflictos se prolongan corre peligro la educación de generaciones enteras. Por ello, debe darse prioridad a impartir educación en situaciones de emergencia. Si los niños pudieran seguir estudiando en tiempos de guerra los países estarían mejor preparados para recuperarse y construir una paz duradera. Asimismo, debemos dar prioridad a la reconstrucción de las escuelas cuando se ha alcanzado la paz. Se sabe por experiencia que suelen hacer falta decenios para restituir el cuerpo de docentes capacitados y la infraestructura física que se necesitan para impartir educación de calidad.

Es fundamental invertir en educación para cumplir la promesa de los ODS. No cabe esperar que los niños participen en el desarrollo de su país si carecen de conocimientos elementales. A falta de educación, el desarrollo se verá coartado y las oportunidades económicas seguirán siendo pocas y presentándose de forma espaciada, lo cual dará origen a agravios y nuevos ciclos de inestabilidad.

El ODS 4 nos recuerda que debemos “promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”, algo especialmente importante en el caso de los niños que se reclutan o se utilizan como soldados o los que ven interrumpida su educación tanto tiempo que la reincorporación a la enseñanza académica puede ser difícil o imposible.

Los niños soldados a menudo se ven obligados a cometer actos violentos. Puede que en su caso no haya opción de reintegrarse en la comunidad o volver a la escuela. Tal vez les resulte difícil encontrar un lugar en la sociedad al término de su calvario. Si no promovemos su reintegración y no los ayudamos a encontrar la manera de contribuir a su comunidad ofreciéndoles oportunidades de formación profesional, puede que, cuando crezcan, estos niños y niñas contribuyan a la paralización del desarrollo o, aún peor, a su anulación.

Hacen falta abundantes recursos para prestar apoyo a la liberación y la reintegración de los ex niños soldados, y debe prestarse especial atención a las necesidades de las niñas. La prestación de apoyo financiero a los programas de reintegración ha de ser un factor crucial de los programas de desarrollo en situaciones posteriores a un conflicto.

VIDAS SANAS

Los servicios de salud salvan y mantienen vidas humanas. Los conflictos armados actuales cada vez tienen más en el punto de mira a los hospitales. Los ataques dirigidos contra hospitales, trabajadores sanitarios y pacientes golpean en el corazón mismo de la protección de los niños afectados por conflictos armados y obligan a los médicos y al personal médico a salir huyendo, con lo cual las comunidades quedan privadas de sus conocimientos especializados vitales cuando más los necesitan. La violencia dirigida contra instalaciones y personal de asistencia sanitaria tiene un efecto notable al causar espectaculares aumentos en la tasa de mortalidad de los pacientes, incluidos, naturalmente, los niños.

La reconstrucción de la infraestructura sanitaria y la restitución de médicos y enfermeros a las comunidades después de un conflicto pueden llevar años. Ello afecta a la salud de los niños y las niñas, así como al desarrollo del país.

Para atender el llamamiento de la agenda para el desarrollo en el sentido de “garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades”, debe tener prioridad la protección de los hospitales y los servicios sanitarios en época de conflicto.

EL TRABAJO DECENTE PARA TODOS Y LA PROHIBICIÓN DEL RECLUTAMIENTO Y LA UTILIZACIÓN DE NIÑOS SOLDADOS

Durante los dos últimos decenios se ha hecho hueco a la protección de los niños afectados por conflictos armados en el temario de los máximos órganos de las Naciones Unidas.

Con los años se han elaborado instrumentos y se han aprobado resoluciones que constituyen el núcleo de un marco sólido para hacer frente a las vulneraciones sufridas por niños, en particular el reclutamiento y la utilización de niños soldados. Nuestra labor y nuestras actividades de promoción empiezan a surtir efecto, al tiempo que cunde entre los Estados Miembros el consenso en el sentido de que unas fuerzas de seguridad gubernamentales en época de conflicto no son lugar para los niños.

En marzo de 2014, tomando como base ese consenso, puse en marcha la campaña “Niños, No Soldados” a fin de colaborar estrechamente con el Afganistán, el Chad, Myanmar, la República Democrática del Congo, Somalia, el Sudán, Sudán del Sur y el Yemen, los ocho últimos Estados señalados por el Secretario General como responsables de reclutar niños para su incorporación en fuerzas de seguridad.

Los avances han sido alentadores, pero prosigue nuestra labor. Hasta la fecha, el Chad ha adoptado las medidas necesarias para impedir que se reclute a niños, por lo que se ha eliminado al país de la lista del Secretario General. La campaña también ha ayudado a reducir notablemente el número de casos verificados de reclutamiento y utilización de niños en algunos países. Sin embargo, a pesar de los alentadores avances iniciales, el conflicto se ha llevado por delante todos los progresos registrados en el Yemen y Sudán del Sur.

Este año seguiré prestando apoyo a los Estados Miembros a los que atañe la campaña a fin de ayudarlos a implantar las medidas necesarias para proteger a los niños y las niñas frente al reclutamiento y la utilización. El impulso generado por la campaña también ha abierto nuevas vías de contacto con grupos armados no estatales, en particular los que operan en países a los que atañe “Niños, No Soldados”.

Con apoyo de la comunidad internacional, puede que por fin esté a nuestro alcance el objetivo de poner fin al reclutamiento y la utilización de niños. Es ahora nuestra responsabilidad común dirigir a este problema la atención y los recursos necesarios para no perder la oportunidad de dar cumplimiento a este objetivo de desarrollo.

SOCIEDADES PACÍFICAS E INCLUSIVAS Y FIN DE TODAS LAS FORMAS DE VIOLENCIA Y TORTURA CONTRA LOS NIÑOS

Los agravios fermentan si los jueces no dictan sentencia de forma equitativa. Las oportunidades laborales desaparecen si la actividad empresarial queda a merced de la corrupción.

A falta de derecho y de rendición de cuentas no hay desarrollo sostenible. Puede que se quede en nada nuestro desvelo por prevenir el conflicto y, por ejemplo, por mejorar la educación y la salud. De ahí la importancia capital que tienen para nuestra labor la justicia y la rendición de cuentas. También es vital su importancia para ofrecer protección a los niños velando por que no se repitan las infracciones.

Garantizar la rendición de cuentas por infracciones cometidas contra niños es la mejor manera de conseguir que no vuelvan a ocurrir. La rendición de cuentas se manifiesta de muchas maneras, pero incumbe a los gobiernos la responsabilidad primordial de proteger a sus civiles y administrar justicia. Los Estados deben aprobar legislación clara y dictar órdenes de mando a sus fuerzas de seguridad a fin de proteger a los civiles, así como, en particular, adoptar medidas cautelares para que los niños no sufran daño. Todos los delitos deben investigarse con diligencia y eficacia y dar lugar a enjuiciamientos efectivos.

Los ODS están abocados a marcar diferencias de verdad en la vida de, espero, millones de niños afectados por el conflicto armado. Ahora nos incumbe la tarea colectiva de aunar fuerzas para velar por que todos estos niños y niñas, del Afganistán a Sudán del Sur pasando por Colombia, crezcan para estar a la altura del potencial de cambio significativo inducido por la nueva agenda para el desarrollo y contribuir a su plasmación.

Originally published in the UN Chronicle – The Magazine of the United Nations